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Intermediarios | Lección 3: Jugando a la espera | 3er Trimestre 2019 | Año D

Lección Intermediarios 3er Trimestre 2019

Lección 3:
Jugando a la espera

Lección Intermediarios 3er Trimestre 2019

Esperar. Es algo muy difícil. Esperar que llegue la Navidad. Esperar que llegue tu cumpleaños. Esperar que se terminen las clases. Esperar para poder manejar un auto. “Ten paciencia”, dicen tus padres, pero algunas veces ellos no son muy pacientes tampoco. Hasta los padres se cansan de
esperar y se adelantan a los acontecimientos. Pero los resultados de la impaciencia son desastrosos
generalmente.



Mensaje:
Seguir las instrucciones de Dios nos ayuda a evitar situaciones de conflicto.

Versículo para Memorizar:
“Después de esperar con paciencia, Abraham recibió lo que se le había prometido”.
(Hebreos 6:15).

Textos clave y referencias: 
Génesis 16
Patriarcas y profetas, cap. 13, pp. 125-128. 

Abraham y Sara vivían en un tiempo cuando tener una familia grande era un honor. Pero a la edad de 75 años todavía no tenían hijos. A esta altura probablemente ya habían desistido de tener hijos. Entonces Dios habló con Abraham y le dijo que sería padre de una gran nación. Sin lugar a dudas la promesa trajo una nueva esperanza para Abraham y Sara y la espera comenzó. Algunos años después de la promesa todavía no había nacido ningún hijo.


—¿Estás seguro de que voy a tener un hijo? —le preguntó finalmente Abraham a Dios—. Estoy comenzando a pensar que mi siervo será mi heredero.

—No —le dijo Dios—. Tu propio hijo será tu heredero. Tus hijos serán tantos como las estrellas, y haré de ti una nación grande.

De modo que esperaron y esperaron un tiempo más. Pasaron diez años y aún no había probablemente ya habían desistido de tener hijos. Entonces Dios habló con Abraham y le dijo que sería padre de una gran nación. Sin lugar a dudas la promesa trajo una nueva esperanza para Abraham y Sara y la espera comenzó. Algunos años después de la promesa todavía no había nacido ningún hijo.

—¿Estás seguro de que voy a tener un hijo? —le preguntó finalmente Abraham a Dios—. Estoy comenzando a pensar que mi siervo será mi heredero.

—No —le dijo Dios—. Tu propio hijo será tu heredero. Tus hijos serán tantos como las estrellas, y haré de ti una nación grande.

De modo que esperaron y esperaron un tiempo más. Pasaron diez años y aún no había nacido ningún niño. Finalmente Abraham y Sara se desesperaron. Decidieron tomar el asunto en sus manos. Ellos pensaron que estaban ayudando a Dios.

—Toma a mi sierva Agar por esposa—le dijo Sara a Abraham—. Ella tendrá un hijo tuyo.

Aunque Abraham vivía entre los paganos que no veían nada de malo en tener varias esposas, hasta ahora no había adoptado sus costumbres. No solo era común que un hombre tuviera más de una esposa, sino que una mujer que no tenía hijos diera su sierva a su esposo. La Biblia no nos dice cuánto tiempo Abraham estuvo considerando esa idea; sin embargo, podemos estar seguros de que no pidió el consejo de Dios acerca de ese plan. Él estaba desesperado. Se le había agotado la paciencia. Tomó a Agar como segunda esposa y no la dejó hasta que ella estuvo embarazada. Abraham pensó que había resuelto su problema, pero estaba equivocado. Despreciar el plan de Dios para su familia tuvo consecuencias desastrosas.

Poco tiempo después la esposa número uno y la esposa número dos no se llevaban bien. Agar estaba esperando el hijo que Sara debía tener y probablemente se lo recordaba cada vez que tenía una oportunidad. ¿Puedes imaginar lo que sucedía?


—Agar, ¿me puedes alcanzar...?
—Tómalo tú, yo estoy embarazada.
—Agar, tú eres mi sierva y debes hacer lo que te pido.
—Sara, soy la esposa de Abraham y voy a tener un hijo suyo. Búscalo tú.
Sara corrió hacia donde estaba Abraham.
—¿Ves lo que ha sucedido?
—protestó—. Ahora como está embarazada me desprecia.
—Haz con ella como te parezca —dijo Abraham—. Ella es tu sierva.

Sara estaba muy enojada, celosa y hasta insensible. La Biblia dice que ella maltrató a Agar y Agar huyó al desierto.

Allí en el desierto, cerca de un manantial, un ángel encontró a Agar sola.


—Regresa a Sara, tu señora —le dijo el ángel—. Sométete a ella. Tendrás un hijo y lo llamará Ismael. De modo que Agar regresó e Ismael nació. Por fin Abraham tuvo un hijo, un hijo a quien amaba y la situación aparentemente mejoró.

Pero al igual que una gotera en el techo cuando se arregla superficialmente, el camino de la impaciencia se mantuvo seco solo por un tiempo. Los problemas de la familia de Abraham llegaron mucho más lejos. No fue sino hasta después de algunos años, cuando Sara tuvo a Isaac, que Abraham comprendió la magnitud del error que había cometido. Los conflictos entre las dos esposas y sus hijos se tornaron intolerables y dividieron su familia. Si solo Abraham hubiera confiado en Dios, si hubiera esperado en que él cumpliera su promesa a su tiempo, se habría ahorrado muchos sufrimientos.

Abraham estaba desesperado por el heredero que Dios le había prometido y se adelantó con su propio plan para su hijo. No fue sino hasta que llegó a ser anciano que finalmente aprendió que podía confiar en Dios para todas las cosas de su vida, aun las más preciosas, como su familia.



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