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Intermediarios | Lección 9: Come, bebe y vive saludable | 3er Trimestre 2019 | Año D

Lección Intermediarios 3er Trimestre 2019

Lección 9:
Come, bebe y vive saludable

Lección Intermediarios 3er Trimestre 2019

¿Alguna vez has rechazado una comida porque sabías que no era buena para ti y sentiste que todos te miraban? Si has pasado por esa experiencia, eso fue exactamente lo que le sucedió a Daniel. Si no, imagina lo que sería negarse a obedecer la orden del rey.


Mensaje:
Adoramos a Dios cuando cuidamos el regalo de la salud que nos ha dado.
Versículo para Memorizar:
“En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”.
(1 Corintios 10:31).
Textos clave y referencias: 
Daniel 1
Profetas y reyes, cap. 39. 

Daniel era solamente un adolescente y ya la vida era difícil para él. Jerusalén, su preciosa tierra, fue atacada y sitiada por el ejército de un país pagano hasta que el rey se rindió. El rey y su familia, los dirigentes del país y todos los soldados, los artesanos y artistas fueron tomados prisioneros. Daniel y sus tres amigos estaban entre los que fueron llevados cautivos y probablemente forzados a marchar más de 965 kilómetros hasta Babilonia.



¡Qué cambio! Pasaron de ser los más prominentes en su país a prisioneros. Pero el hecho de que Dios les había otorgado buena salud y abundancia de habilidades naturales no pasó inadvertido en Babilonia. El rey Nabucodonosor pidió a uno de los oficiales de su corte que escogiera entre los prisioneros a los jóvenes más promisorios para hacerlos babilonios.

Ellos serían entrenados para servir en la corte del rey. Aprenderían el idioma y la literatura. Tendrían nuevos nombres babilonios y comerían de la mesa del rey.

Daniel y sus amigos sabían que muchas cosas en sus vidas estaban fuera de su control. No escogieron que su ciudad fuese atacada. Ni escogieron ser llevados prisioneros. No escogieron ser separados de sus familias y su país. Pero también sabían que ciertas cosas estaban bajo su control. No importa dónde estuvieran, podían escoger adorar a Dios. Podían escoger cuidarse así como Dios les había enseñado a hacerlo. Podían escoger glorificarlo en todo lo que hicieran.

Su primera prueba llegó en el momento de la cena. La mesa del rey estaba llena de alimentos que un joven hebreo nunca comería. “Pero Daniel se propuso no contaminarse con la comida y el vino del rey, así que le pidió al jefe de los oficiales que no lo obligara a contaminarse” (Daniel 1:8).


Desobedecer la orden del rey no era un asunto de poca importancia. “Tengo miedo de mi señor el rey, pues fue él quien te asignó la comida y el vino”, dijo el oficial de la corte. “Si el rey llega a verte más flaco y demacrado que los otros jóvenes de tu edad, por culpa tuya me cortará la cabeza” (vers. 10).

No sabían que comer de la manera que Daniel estaba pidiendo los conservaría más fuertes y saludables. De manera que Daniel negoció un trato. “Haz con tus siervos una prueba de diez días”, dijo. “Danos de comer solo verduras, y de beber solo agua. Pasado ese tiempo, compara nuestro semblante con el de los jóvenes que se alimentan con la comida real, y procede de acuerdo con lo que veas en nosotros”.

La propuesta parecía razonable, de modo que allí estaba el desafío. Al final de los diez días Daniel y sus amigos tenían un aspecto mucho más saludable y nutrido que los otros muchachos. Desde ese momento en adelante podían comer todo lo que quisieran.

No solamente parecían y se sentían mejor. Eran más inteligentes y sabios que los otros alumnos que no cuidaban de su salud de la forma que Dios les había enseñado. Cuando estuvieron delante de la presencia de Nabucodonosor, el rey “no encontró a nadie que los igualara [...] en todos los temas que requerían de sabiduría y discernimiento los halló diez veces más inteligentes que todos los magos y hechiceros de su reino” (vers. 19, 20).


Escoger lo que debía comer puede no parecer la batalla más importante que debía luchar un prisionero en un país pagano. Pero esos muchachos habían prometido adorar a Dios y eso abarcaba todas las áreas de sus vidas. Ellos habían prometido glorificar a Dios en todo lo que hicieran. Eso incluía cuidar de la salud que él les había otorgado y seguir las pautas que les había dado para hacerlo.

Todos hacemos decisiones diariamente. No importa cuán jóvenes o viejos seamos. Podemos adorar a Dios por los dones que nos da y cuidar de ellos de la manera en que él nos enseña. Así como Daniel, podemos escoger glorificar a Dios en todo lo que hacemos, ya sea comer, beber, nadar, correr, dormir, confiar o respirar aire puro. Todo lo que hacemos puede ser un acto de adoración a nuestro Creador.


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