Lección 7:
Talentos: los usas o lo pierdes
Piensa en cuando estabas aprendiendo a andar en bicicleta. ¿Fuiste capaz de hacerlo bien la primera vez? ¿No? Algunas cosas necesitan tiempo para aprenderlas. Del mismo modo necesitamos practicar el uso de nuestros talentos. Cuanto más practiquemos mejor lo haremos y podremos servir más a Jesús. Vamos a imaginar los tres siervos de esta parábola que Jesús contó.
Mensaje:
Mensaje.Versículo para Memorizar:
“Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe”.Textos clave y referencias:
(Romanos 12:6)
Mateo 25:14-30
Palabras de vida del Gran Maestro, pp. 204-240.
Jotán, Corazín y Lamec se miraron unos a otros. Esperaban a su amo. ¿Por qué los llamó a los tres? Eran los siervos más antiguos en la casa, pero era raro que el amo los llamara a los tres al mismo tiempo. Algo estaba sucediendo.
Jotán y Corazín trataban de encontrar las razones que el amo tenía en mente, cuando de repente Lamec vio de reojo al amo entrando en la casa.
—Ahí viene —dijo en voz baja.
—Aquí están —dijo el amo con una sonrisa. Los tres se sintieron mucho mejor. El amo era justo, pero cuando no estaba contento por algo, se los hacía saber.
—Recibí una noticia inesperada y tengo que salir para atender algunos negocios. Estaré fuera de casa por algún tiempo. Los he estado observando detenidamente y creo que están listos para darles una responsabilidad mayor. De modo que entregaré a cada uno cierta cantidad de dinero para que trabajen con él mientras estoy fuera de casa. Cuando yo regrese, les voy a pedir cuentas, así que no lo malgasten en fiestas o algo parecido.
Jotán, Corazín y Lamec miraron al amo sin saber qué decir. El amo continuó:
—Jotán, aquí te entrego cinco talentos. Tú eres el que tiene más experiencia, por eso te doy más a ti.
—Corazín, aquí tienes dos talentos. Úsalos bien y con sabiduría.
—Lamec, sé que eres el más joven, pero esta es tu oportunidad para demostrar lo que puedes hacer. Aquí tienes un talento. Ahora, señores, los volveré a ver en algunos meses y quiero escuchar un buen informe de cada uno.
Los tres hombres salieron por caminos diferentes. Cada uno se preguntaba qué era lo mejor que podía hacer con ese dinero.
Jotán invirtió su dinero en un proyecto de casas nuevas. Corazín compró algunas tierras y las sembró sabiamente para obtener una buena cosecha que le produjera dinero en efectivo. Lamec no supo qué hacer. Vio lo que hicieron sus compañeros y sacudió la cabeza. “¿Qué dirá el amo si no se venden las casas? ¿Qué dirá el amo si se pierde la cosecha y no se obtiene ninguna ganancia? ¿Qué debo hacer con mi talento?”. Por fin concibió un plan a prueba de fracaso.
Tarde en la noche se fue a su jardín y cavó un hoyo profundo. Enterró el talento y plantó un pequeño arbusto para marcar el lugar.
Después de varios meses, Lamec se sintió un poco incómodo cuando Jotán vendió todas las casas a muy buen precio. Corazín tuvo una excelente cosecha y duplicó su dinero. Lamec se preguntaba si debía haber hecho algo diferente. Pero solo se encogió de hombros y pensó que por lo menos no tendría que enfrentar la ira de su amo por perder su dinero.
Por fin llegó la noticia. El amo regresó a casa y quería ver a los tres siervos nuevamente. Todos llegaron a la hora señalada. Jotán y Corazín tenían una expresión tranquila y placentera. Lamec parecía un poco nervioso.
—Bueno —dijo el amo—, ¿cómo están las cosas?
Jotán se aclaró la garganta y dijo:
—Invertí en el nuevo proyecto de construcción en las afueras del pueblo y dupliqué su dinero. Aquí tiene diez talentos de plata.
—¡Bien hecho! —dijo el amo con alegría—. ¿Cómo te fue a ti, Corazín?
—Yo sabía que más casas significaría más personas, por lo que compré un lote de tierra y sembré varias hectáreas de terreno. La cosecha fue buena y yo también dupliqué su dinero. Aquí le entrego cuatro talentos de plata —dijo Corazín.
La sonrisa del amo se hizo más notoria y dijo:
—Fue una inversión muy buena. Bien hecho. Ahora, Lamec, ¿también duplicaste tu talento? ¿Qué hiciste?
Lamec miró hacia al suelo y deseó estar en cualquier otro lugar, menos allí. —Yo... bueno... lo que sucedió...
El amo empezó a impacientarse. Lamec respiró profundamente y dijo:
—Yo enterré el talento porque tenía miedo de lo que usted diría si lo perdía. El rostro del amo se enrojeció.
—¿Qué hiciste?
—Yo... lo enterré —tartamudeó Lamec.
—Dáselo a Jotán y vete —gritó el amo.
Lamec se fue. Ahora comprendió que el amo no estaba interesado en lo que sucedería con el talento, solo quería que lo usara. Deseó tener una segunda oportunidad.
Después de que Lamec se fue, el amo se volvió a Jotán y a Corazín y les dijo:—Bien hecho. Vamos a cenar para que me cuenten más acerca de lo que hicieron.
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